Yo no soy de letras...

El que vale , vale y el que no…a letras. 

Esta era la sentencia que esgrimiamos los estudiantes de último curso y previo al acceso a la universidad, que habíamos abrazado la ciencia como camino al desarrollo universitario.

 La expresión tenía mucho de orgullo y capacidad. Las ciencias “puras” tenían ese toque de distinción y capacidad entre los estudiantes que creíamos nos diferenciaba de aquellos que por uno u otro motivo habían decidido un camino diferente, el de “las letras”. 

Los que optamos por la formación en veterinaria además , pensabamos que el contacto con la sociedad , llena de “humanos nada interesantes” iba a ser  escasa o nula.

¡¡Finalmente, el tiempo nos ha quitado la razón en todo!!. 

La profesión veterinaria , es una de las profesiones con mayor actividad “social” que existe en la actualidad. El profesional veterinario, poniendo el foco en el animal y sus necesidades, tiene que integrar su actividad contando desde el primer momento  con la relación de este y su titular (me gusta más que propietario) y con el resto de la sociedad que le rodea.

La gestión de esta actividad profesional y su relación con la sociedad, está llena de normas. Normas “de buena práxis” en la aplicación técnica de nuestra profesión.

Pero aquí no acaba el complejo normativo. Los veterinarios estamos sujetos al Código Deontológico, ese conjunto de normas que los profesionales veterinarios nos hemos dado, interpretando como espera la sociedad que prestemos nuestros servicios.

Autoexigencia profesional en servicio de la sociedad.

El derecho administrativo también  condiciona nuestra actividad profesional veterinaria. Licencias administrativa, autorizaciones , registros, fiscalidad, seguridad social, habilitaciones, plazos de actuación … delimitan nuestra actividad profesional indicando quién puede , cuando, como o de qué manera y plazo. 

Los incumplimientos en estas obligaciones legales, por acción , por omisión o por ignorancia , puede acabar en la ineficacia del trabajo realizado por el profesional veterinario ,pero además posibilita la incoación de un posible expediente sancionador. Expediente disciplinario, enjuiciamiento civil y en el peor de los casos, penal.

Por tanto  y nada más por evitar el primer motivo, la ineficacia del trabajo realizado, la formación  y puesta al día del profesional veterinario en legislación es una obligación para la buena práxis de su  ejercicio profesional. 

El veterinario necesita una formación legal ajustada a su particularidad profesional.

Este es el camino  que inicia LEXVET. Una formación de veterinarios   para veterinarios interesados en el  “compliance legislativo ” de su ejercicio profesional, tanto si se desarrolla en al Administración Pública como en el ejercicio profesional privado.

¡¡Si es tu caso y te sientes identificado, únete a Lexvet . Trabaja y crece con nosotros!!.

¡¡Porque, el técnico veterinario que vale…también es de letras !!